Procesos creativos en el diseño de un producto

Cuando vemos un producto en un supermercado, tienda o web, no podemos ni imaginar todos los procesos creativos que hay detrás de ese packaging, y como han influido todos ellos en la cuidada imagen final de ese artículo. Cuando un cliente nos pide que diseñemos el packaging para un producto nuevo, se pone en marcha la maquinaria creativa de Sukalmedia y todo nuestro equipo pone su alma en ello. Hoy vamos a desgranar el proceso creativo de la nueva Salsa Villana de J. Vela, para que podáis ver con un ejemplo tangible cómo trabajamos.

Analizar el entorno

En un proceso de diseño antes de hacer nada es primordial analizar qué es lo que nos están pidiendo, quién lo está haciendo, y a quién va dirigido. Por medio de un briefing podremos integrar nuestra visión con la del cliente y establecer la dirección correcta del proyecto. Con una buena comunicación conseguiremos acotar los objetivos y características del proyecto, con el fin de evitar dar pasos en falso y funcionar de manera efectiva. Para saber más sobre un briefing creativo, te recomendamos que eches un vistazo a la entrada de nuestro blog donde lo explicamos al detalle.

Naming

Todo producto necesita un nombre para ser reconocido, y no cualquiera vale. Partiendo de la base del briefing – os dijimos que haría falta – ya tenemos una idea del camino a seguir. Analizamos los conceptos en torno a los cuáles queremos que gire, y empezamos. Hay una infinidad de formas y metodologías para un proceso de naming, desde la creación de campos semánticos, métodos como “los 6 sombreros de Bono”, o funcionar con arquetipos de Jung. No hay una manera incorrecta para llegar al nombre de nuestro producto; requiere esfuerzo, investigación, y conocimiento del mismo.

Documentación

Documentación, documentación y más documentación. No podemos comenzar un proyecto sin habernos documentado debidamente. Es por ello que tenemos que analizar el mercado, la competencia, y otros productos Sin una documentación adecuada, ni unos referentes válidos, es muy complicado obtener un producto de calidad. Como preferimos dejarle hacer un “Deus ex machina” al mundo del cine, vamos a buscar referentes como es debido. Un moodboard es una buena herramienta para ello: un mapa de inspiración con palabras clave, con un brainstorming de imágenes, y en definitiva, con los elementos necesarios para traducir cuestiones abstractas de la personalidad de la marca a lenguaje visual.

Bocetos

Una vez hemos llevado a cabo los pasos anteriores – no tienen por qué detenerse aquí, sino que pueden seguir durante todo el proceso creativo – llega la hora de abocetar. Vamos aproximándonos a cómo queremos que sea visualmente nuestro producto. Ya hemos analizado una cantidad de cuestiones referentes a la marca, tenemos un concepto y unos cimientos sólidos sobre los que trabajar. Aunque no hayamos dibujado antes, no estamos ante una página en blanco, sino que tenemos un montón de referentes, ideas, e inspiración visual a partir de la cuál trabajar. Es la hora de hacer pruebas, tanto en un soporte digital como con el lápiz. Es transversal a todo el proceso de diseño, pero es un punto de partida fundamental para poder visualizar nuestras ideas, pulirlas, y perfeccionarlas.

De lo analógico a lo digital

Llegó el momento de digitalizar el trabajo. Tenemos que traducir lo que dibujamos a mano a vectores. De esta manera nos aseguramos de tener un diseño impecable, susceptible de modificaciones, cambios de tamaño y color sin ninguna pérdida de calidad. Nos toca elegir los colores, tipos de trazo y estilo de nuestra creación. Ya estamos un paso más cerca del producto final.

Tipografías, colores e identidad visual

Es preciso definir ciertas cuestiones para tener una imagen de marca sólida y coherente. La tipografía es uno de los pilares fundamentales del diseño, y un buen uso de ella diferenciará un producto mediocre de uno bueno. La elección y uso del color es una cuestión indispensable en un diseño, y para ello nos valdremos de una pantonera, para así obtener en imprenta unos resultados exactos.

Composición y pruebas

Con nuestros elementos ya definidos, toca ponerlos en relación entre ellos, ver cómo respiran y se relacionan entre sí. Por medio de retículas nos hacemos una idea de qué espacio debe ocupar cada cosa, de una manera ordenada y bien pensada. Antes de mandar a imprenta hay que hacer pruebas de impresión, para ver el resultado a escala 1:1 y cerciorarnos de que todo es legible y se adapta perfectamente al packaging diseñado. Una vez está todo en orden y tras la aprobación del cliente, es el momento de poner en marcha las rotativas y producir el artículo que hemos diseñado.

Producto final

Y por último la enorme satisfacción que produce ver que un proyecto al que has dado forma cuando solo era un concepto sin nombre ni imagen, es por fin una realidad palpable y lo tienes al alcance de la vista en el punto de venta.
Como podéis ver, en un proceso creativo hay bastante más de lo que es evidente a primera vista, y aunque en el producto final no se vea nada de lo que hay detrás, es el resultado de un proceso hecho a conciencia y con un mimo y atención especiales.